Castelo da Frouxeira

El Castelo da Frouxeira marca el límite de los ayuntamientos de Alfoz y Foz, en la parroquia de Santa Cilla de O Valadouro. Actualmente sólo se conservan los restos de los cimientos de la Torre de Homenaje, Torre de la Atalaya, de las murallas y de dos pozos. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

Fortaleza del siglo XII

Si que existan referencias claras de su construcción, los primeros escritos antiguos que hacen referencia a este castillo son del mediados del siglo XII. La fortaleza se asentaba sobre un alto granítico de 430 metros y servía para tener una amplia visión de todo el terreno que lo rodea. Para su construcción el edificio se adaptó a la singularidad e irregularidad de la zona pedregosa sobre la que se levanta. Estas irregularidades constructivas, junto a su actual estado ruinoso, hace difícil que los arqueólogos saquen conclusiones claras acerca de cómo era la distribución de sus diferentes recintos.

El Castillo de la Frouxeira perteneció en su origen a la mitra mindoniense y está vinculado al nombre del mariscal Pedro Pardo de Cela, por eso también se conoce el castillo como la fortaleza de Pardo de Cela. Se cree que el mariscal recibió esta propiedad como dote por casarse con la hija del Conde de Lemos, Isabel de Castro.

Los ataques a la fortaleza

Como ocurrió con la mayor parte de los edificios nobles gallegos en el siglo XV, las Revueltas Irmandiñas se cebaron también con este edificio, al cual produjeron diferentes y graves daños estructurales en los ataques del populacho gallego contra los señores de clases nobles y acomodadas. Pese a ello, la fortaleza fue reconstruida tras el fin de las incursiones. La reforma incluyó también un refuerzo de su entramado defensivo.

Pero las mejoras defensivas no fueron suficientes para frenar las acometidas entre 1489 y 1483 de las tropas reales que lideraba el Gobernador Fernando de Acuña y el Castillo de la Frouxeira acabó siendo destruido. La leyenda en torno a esta última destrucción habla de la traición de uno de los criados del castillo como estrategia para derribar la fortaleza ante las dificultades que los mandatarios de los Reyes Católicos estaban experimentando para conquistarlo. Una vez culminado el asalto, luego de tres años de batallas con muertos y ajusticiados por traición, los invasores se cebaron con el edificio para no dejar nada de él. Hoy apenas quedan sus cimientos y algunas marcas en las rocas.