Cruz de Ermelo

Los montes de Ermelo se encuentra situados en el ayuntamiento de Bueu, en la comarca de O Morrazo. En lo alto de este monte se encuentra una famosa cruz de piedra que llega a los siete metros de altura y que se conoce como Cruz de Ermelo.

Una cruz de Santiago

La Cruz de Ermelo es una Cruz de Santiago. La diferencia de ésta con respecto a la cruz normal es que tiene unas formas que se asemejan a las de una espada con su empuñadura en el eje horizontal y su hoja en el eje vertical. Es una cruz cuyo origen están relacionada con la época de las cruzadas.

Con estas formas como inspiración, el cantero Cesáreo Sanmartín elaboró en el año 1950 la gran Cruz de Ermelo por un encargo hecho por el entonces alcalde de la villa buenense, José María Massó. La cruz es íntegramente de piedra y mide unos siete metros de altura. La inauguración se llevó a cabo el día de la visita del cardenal Quiroga a la zona en el año 1954.

La cruz estaba diseñada con otros fines en un primer momento, pues el objetivo principal es que esta sirviese como faro e incluso se pueden ver detalles en los brazos de la cruz que responden a este motivo. La cruz tiene en su eje central una concha de vieira, símbolo de los peregrinos.

La estructura, que fue montada por partes y está reforzada por un esqueleto de hierro, descansa sobre el alto de una roca y se deposita encima de un pequeño atril de forma circular. Delante hay un pequeño altar que cada día de Santiago Apóstol (25 de julio) es el lugar en el que se llevan a cabo los actos litúrgicos en el lugar.

Las vistas

La gran Cruz de Ermelo no es el único atractivo de la zona. Esta imponente cruz de piedra se sitúa en un enclave destacado que merece la pena visitar solo por las grandes vistas que se disfrutan desde allí. La cruz está instalada en un alto que se conoce como Alto da Esculca, a más de 400 metros de altura.

Esto convierte la zona en un mirador abierto desde el que gozar con una panorámica de las Rías Baixas. Este espacio de deleite visual justifica la presencia del área recreativa que acompaña a la cruz de piedra y que invita a pararse en el Alto da Esculca para comer, merendar o simplemente hacer tiempo mientras esperamos a que el sol se esconda en una de esas mágicas puestas de sol de las rías gallegas.