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Este día ha ido variando a lo largo de los años, hasta que Gregorio III (731-741) estableció el 1 de noviembre como respuesta pagana del Halloween que se festejaba el 31 de octubre, creyendo que se producía la apertura entre el mundo tangible y el de las tinieblas, y que los muertos venían a visitar a los vivos. Más tarde, Gregorio IV (827-844) extendió la celebración a toda la iglesia.
La tradición en Galicia consiste en recordar y honrar a los parientes fallecidos. Días antes del 1 de noviembre se limpian las sepulturas y el gran día se adornan con flores y se encienden velas. La flor típica del Día de Todos los Santos es el crisantemo, aunque también se ponen otro tipo de flores como rosas, claveles o calas. El día 1 la gente acude a las iglesias a oír una misa por sus fallecidos y después visitan las sepulturas. En algunos lugares de Galicia se tiene la costumbre de visitar el lugar en donde los familiares perdieron la vida y dejarle flores.
Entre muchos camposantos podemos destacar el de San Amaro, que es el más antiguo de Galicia y también muy conocido por sus dos monumentos colectivos que son el Monumento a los Mártires de la Libertad y la Columna tronzada en recuerdo de la huelga general de 1901; así como el cementerio de Arcos de Furcos, que es el único de Galicia que tiene tumbas subterráneas. En estas galerías hay 60 cuevas con cuatro nichos cada una y situadas a cinco metros de profundidad. Las ventanas que dan a los pasillos superiores del camposanto le proporcionan luz natural a las galerías.
Gregorio III (731-741) estableció el 1 de noviembre como respuesta pagana del Halloween que se festejaba el 31 de octubre. Más tarde, Gregorio IV (827-844) extendió la celebración a toda la iglesia. La tradición en Galicia consiste en recordar y honrar a los parientes fallecidos. Limpian las sepulturas, le llevan flores, oyen misas en su honor... Camposantos a destacar son el de San Amaro y el de Arcos de Furcos.