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Galicia ha sido tradicionalmente una tierra micófoba. Quizás la sucesión de leyendas, meigallos y encantamientos de nuestro folclore ha propiciado que los gallegos temiesen el poder oculto de las setas, a las que popularmente se las conocía como "pan de culebra".
Tal vez este sea el motivo por el cual comenzamos a descubrir y disfrutar recientemente de esta afición, aunque no deja de ser paradójico, ya que el clima y el suelo húmedos de estas tierras hacen de los bosques de robles y pinos el lugar idóneo para la proliferación de setas y hongos a lo largo de casi todo el año.
Sin embargo es precisamente en esta época en la que es más frecuente encontrar todo tipo de hongos, y por eso las asociaciones y colectivos de estudio y defensa de las setas nos deparan actos muy diversos para ensalzar y descubrir su mundo.
En As Pontes de García Rodríguez ya hace unos años que la Asociación micológica Paupariña prepara un encuentro anual de degustación de este manjar. Los níscalos, boletos y cantarelos son las variedades más apreciadas por los entendidos, aunque seguro que en el recinto se podrá encontrar especies para todos los gustos.
Aunque la fiesta de exaltación de As Pontes es la más destacada y de mayor tradición, en esta época se celebran por toda Galicia degustaciones, exposiciones y coloquios para dar a conocer esta parte de nuestra naturaleza. En Vilagarcía de Arousa, la Agrupación Micolóxica A Cantarela organiza por quinto año un Concurso de Fotografía Micolóxica, y el Ayuntamiento de Allariz, dentro del programa de su Feira de Outono, dedica también las jornadas del siete y ocho de noviembre a los hongos, con una salida al monte incluida. No faltan tampoco, en el ayuntamiento de Catoira, unas jornadas dedicadas a la recolección de los distintos tipos de setas.
En definitiva, actividades que incluyen desde fotografía a gastronomía pasando por salidas al monte y charlas. Durante este otoño los amantes de las setas no tendrán excusa para perderse por nuestra geografía, y recoger o fotografiar los mejores ejemplares.
Galicia ha sido tradicionalmente una tierra micófoba. Quizás la sucesión de leyendas, meigallos y encantamientos de nuestro folclore ha propiciado que los gallegos temiesen el poder oculto de las setas, a las que popularmente se las conocía como "pan de culebra".