Petroglifos de Boallo

Los petroglifos de Boallo, a los cuales también hay quien los conoce como los del Outeiro do Recosto, forman parte de la estación rupestre más conocida del concello de Vimianzo, provincia de A Coruña.

Descubrimiento reciente

A pesar de que estamos hablando de un conjunto de grabados que puede tener una historia de 5.000 años, los petroglifos de Boallo no pasan a ser conocidos hasta el año 1997 en el que fueron descubiertos de manera fortuita por un cazador que frecuentaba la zona. Fue un importante descubrimiento para la región de Vimianzo, pues hasta entonces no se habían encontrado en la zona manifestaciones artísticas prehistóricas de esta índole.

El paso de los siglos no hizo excesiva mella en estos grabados rupestres, que a pesar de todos se conservan relativamente bien como para que se puedan distinguir sus formas de manera bastante sencilla. Cerca de este Outeiro do Recosto apareció otra segunda estación rupestre que fue bautizada como la Pedra Mosquera, si bien éste tiene un estado de conservación peor.

Estos petroglifos se sitúan en una laja vertical y para llegar hasta ellos, las señalizaciones las encontrarás una vez pases la aldea de Boallo siguiendo la carretera de Vimianzo en dirección hacia Fisterra.

Círculos concéntricos

La composición de los petroglifos de Boallo es la de varios círculos concéntricos que rodean de mayor a menor una coviña central. Una forma clásica dentro de los diseños de los grabados en piedra que podemos encontrar en Galicia y que hay por centenares diseminados por la geografía autonómica.

Todos los dibujos, para un total de nueve combinaciones circulares, se disponen en una gran roca de granito rodeada de más formaciones rocosas que le dan abrigo. La concentración de formas con su cocina central, así como algunas cazoletas extra externas a las formaciones circulares se concentran en un espacio ligeramente superior al metro cuadrados de superficie. Los nueves diseños no son iguales, sino que los hay de diferente tamaño llegando a ser el más grande de cerca de 45 cm de diámetro. Tampoco todos tienen el mismo número de anillos, siendo algunos solo un círculo, otros dos, tres y hasta cinco los más trabajados de todos, que tienen además un radio de salida desde la coviña central.