Torre da Pena

En la región de Limia, una frontera de disputas medievales entre Castilla y Portugal, se alza la imponente Torre de la Pena, testigo silencioso de aquellos tiempos tumultuosos. Conocida por diversos nombres, esta construcción de Xinzo de Limia forma parte de un conjunto de fortificaciones que resguardaban el territorio limítrofe, siendo parte integral del patrimonio cultural e histórico gallego.

Una estructura defensiva mayor

Esta fortaleza, declarada Bien de Interés Cultural, guarda entre sus muros siglos de enfrentamientos y cambios de posesión entre linajes feudales. De origen en el siglo XII y originalmente conquistada por el Duque de Lancaster en 1386, su historia está marcada por sucesivas disputas entre las familias Monterrei y Lemos, cuyos intereses se entrelazaban en la lucha por su control. También se la conoce como castillo de A Porteliña o Portela de Sanctio Iohannis.

La Torre de la Pena, ubicada a 747 metros sobre el nivel del mar, conserva su estructura notablemente bien. Sus cuatro caras intactas, ventanas saeteras y la curva de una antigua muralla dan cuenta de su resistencia al paso del tiempo. Aunque el acceso al interior se ha perdido, su majestuosa presencia se erige como un faro visual en la comarca de Limia. Esta era solo una de las torres que guardaban la comarca y de las que hoy perduran unas cuatro: La propia Torre de La Pena, la Torre do Castro, la Torre de Porquera y el Castillo de Celme.

¿Cómo es la torre?

Construida en una planta cuadrada de 10x10 metros, la torre revela indicios de su pasado glorioso. En su entrada, ménsulas finamente talladas y el escudo de Viedma testimonian su legado. Internamente, tres pisos con bóvedas de cañón, muestran su antigua configuración para fines domésticos. La torre se acerca a una altura total de 20 metros.

Aunque su historia está envuelta en misterio, su posición estratégica no pasa desapercibida. La dificultad para acceder a la torre, a causa de una puerta elevada y la pérdida de la escalera original, contribuye a su bien conservado estado. Desde su prominente emplazamiento, se revela como un espectacular mirador natural, ofreciendo una vista panorámica de la comarca y sus alrededores.

A lo largo de la historia esta estructura defensiva tuvo diferentes señores y moradores, manteniendo su buen estado hasta bien entrado el siglo XVIII. Por aquel entonces era la morada del juez de la comarca y se le daba también uso como una prisión. Fue precisamente el traslado de la cárcel a otro lugar lo que aceleró el abandono de la torre.

En nuestros días de aquella esplendorosa fortaleza medieval solo queda la torre del homenaje o Torre da Pena y parte de lo que era la muralla externa. Las dimensiones total de la estructura medieval todavía están difusas toda vez que los trabajos arqueológicos últimos llevados a cabo en el terreno permitieron descubrir nuevas zonas hasta ahora desconocidas y que amplían la idea de la superficie que creía que el castillo ocupaba.