Poza da Moura

El municipio de Moaña es un lugar lleno de encantos en los que la historia y la naturaleza nos agasajan la vista. La Poza da Moura es uno de estos lugares que bien merecen una vista a nuestro paso por la comarca del Morrazo por su belleza y espectacularidad.

La Poza

La Poza da Moura es posible gracias al vertiginoso descenso del río Miñouba, que baja con velocidad desde las alturas del Monte Domaio para encontrarse con las aguas de la ría de Vigo en un espacio de curvas, balsas de agua y numerosas cascadas.

Una de estas cascadas con final en poza es la Poza da Moura. Un spa natural de fresca agua de río en el que el curso del Miñouba deleita al visitante con una zona de espuma y burbujas provocadas por el agua al caer directamente sobre el agua acumulada en la poza en su descenso por una cascada que cruza una pasarela de madera en su parte más alta.

La fuerza y riqueza del agua en esta zona fue también aprovechada para la construcción de molinos, lavaderos y fuentes de agua. Uno de los tres molinos de la zona ha sido reconstruido y cuenta con unas interesantes canalizaciones a modo de acueducto.

Lo más recomendable para acercarse a conocer la Poza da Moura es hacerlo a pie, disfrutando del paseo y de las vistas a la ría de Pontevedra que salpican todo el recorrido. Puedes disfrutar de unas hermosas panorámicas tanto de la zona de Rande como de la propia parroquia de Domaio (Moaña). Hoy el lugar se encuentra deforestado y en peor situación que décadas atrás fruto del desgraciado efecto de los incendios que asolaron la zona años atrás.

La leyenda de la poza

El propio nombre de la poza nos retrotrae ya a una historia de leyenda que no puede faltar dentro de la mitología gallega, donde las mouras son parte central de muchas historias y fábulas.

La leyenda narra la historia de un campesino enamorado de una hermosa mujer, pero el padre de ella estaba en contra de esta relación y tomó cartas en el asunto dando muerte al enamorado en las proximidades de la poza de Moaña. Esto hundió en la tristeza a la mujer, que decidió ahogarse en sus aguas. La creencia popular sostiene que en noches de magia como la de San Juan todavía se pueden oír los lloros de la enamorada por la pérdida o ver a la mujer penando su melena junto a la cascada.