Bar Stella en Santiago de Compostela

La atención fue pésima desde el primer momento.Llegamos a las 16 y algo para tomar una cerveza ya que previamente nos habíamos informado que en el casco antiguo de Santiago de Compostela no suelen cerrar los bares durante medio día y la tarde.Aún así, al ver las caras de los camareros preguntamos si cerraban a medio día para, si fuese así, irnos y no molestar. Ante esta pregunta nos indican que no cierra.Tras servirnos unas cervezas observamos como el camarero de barra y el de sala hablan de nosotros descaradamente, mirándonos y, tras ello, el camarero de barra hace un gesto de gruñido y de enfado.Claramente, tras esta experiencia, pedimos unos vasos de plástico donde verternos nuestras cervezas recién servidas e irnos del lugar.Indudablemente, un establecimiento al que no volvería, por supuesto que no recomendaría y que me apena que tenga una tan buena localización tan desaprovechada.